BIENVENIDOS

PUERTO CABELLO - EDO. CARABOBO. VENEZUELA.
JESUCRISTO LES AMA

UN SOLO CUERPO.


…NOSOTROS, CON SER MUCHOS,
SOMOS UN CUERPO… 1 CORINTIO 10:17

Cada célula, o miembro o parte de nuestro cuerpo, solicita atención, ayuda, coordinación, movimiento de parte de todo el resto para actuar, para crecer, para desarrollarse, para mantenerse con vida individualmente y así formar un solo, perfecto y armonioso cuerpo.



Ninguna parte de nuestro cuerpo puede actuar solo. Cada parte de nuestro cuerpo tiene que funcionar en armonía...



En cada movimiento entran a actuar millones de elementos, y si uno solo de ellos no lo hace en armonía con los demás, produce una reacción negativa, en cadena, una reacción que entorpece la función para la cual cada uno de estos elementos fue creado.



Es en esa armonía, es en esa fuerza vital, trabajando en conjunto, interactuando en completa perfección de respuesta a la necesidad de cada uno de los elementos que componen nuestro cuerpo, donde se ve la perfección de Dios en la creación del hombre.



Y ¿qué pasa con el Cuerpo de Cristo? ¿Con el Cuerpo que debemos conformar todos los que tenemos por fundamento a Cristo?

Analicemos a la luz de las Sagradas Escrituras lo siguiente:
Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. Romanos 12:5

Nosotros somos el cuerpo de Cristo, sus miembros, nosotros formando un todo, unidos unos con otros, debiéramos tener la armonía perfecta del cuerpo humano.

¿Y que sucede en la actualidad?

Pareciera que Cristo tiene un cuerpo deforme, un monstruo, un cuerpo que en sus diferentes partes, llámense brazos, piernas, dedos, codos, palmas, rodillas etc... o iglesias, o denominaciones, se ponen distintos ropajes para verse ante los demás, más bello, como el más poseedor de la verdad, el más auténtico, el más criterioso, el más sabio, el que más conoce a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo, el más antiguo, el de mayor importancia...cualquier cosa...

¿Y cual es el resultado? Un cuerpo disfrazado, distorsionado, desarticulado, dislocado, alejado de lo que Jesús mandó...

Cuando Cristo observa cómo estamos conformando SU CUERPO...  ¿qué ve?

Realmente, estamos entristeciendo Su Espíritu...

Lo tenemos disfrazado de tantos ropajes distintos que nos olvidamos que estamos conformando Su Cuerpo Glorioso.

Nos olvidamos que el Espíritu Santo debe reinar en nuestras vidas, por sobre nuestras creencias y divisiones.

La Santidad de Dios echando fuera el pecado de las doctrinas falsas y de nuestra separación de los unos con los otros...

A veces decimos...”hay que orar por los demás”, lo decimos con un tono suave de voz, pero, escondiendo un espíritu de suficiencia y superioridad...

Hacemos ver que como están tan alejados de nuestra verdad, tenemos que orar por ellos para que enmienden su caminar en el Señor.

Y nos olvidamos de la tremenda viga que tenemos en nuestros ojos, viga que nos impide ver que Satanás disfruta de todos nuestros sentimientos de superioridad, pues, mientras más nos creamos poseedores de toda la verdad, más en menos miraremos a los que no son como nosotros.

Aunque crean en Cristo, aunque hayan recibido a Cristo como su Salvador y Señor, aunque estén en Su Camino...

Aunque ya conozcan a Cristo en una relación personal. Aunque tengamos al mismo Dios, al Único.

Aunque glorifiquemos sólo a Dios reconociéndolo como Señor, y Amado por sobre todas las personas y cosas.

Aunque todos obtengamos el poder del mismo Espíritu...

No importa...Seguimos fijando nuestros ojos y pensamientos en las diferencias y seguimos separados con gran regocijo de Satanás...”Divide y reinarás”...

Y nos olvidamos que...todos lo que creemos en El, somos salvos en Cristo...Hijos de Dios...y transformados a Su Imagen por el Espíritu Santo...

Oremos para que el Espíritu Santo nos transforme a todos. ¿O pensamos que a nosotros ya nos transformó y llegamos a la perfección?

Debiéramos respetar hasta la muerte a los demás miembros de Su Cuerpo. A nuestros hermanos en Cristo.

Aunque tengamos no pocos, sino, muchos pensamientos diferentes.

Parece que le damos más importancia a nuestras diferencias que a Cristo mismo.

Parece que la doctrina, la liturgia, los mandamientos, las obras, la jerarquía, todo es más importante que Cristo y nuestra unión en El...

Si Jesús viniera hoy, y nos preguntase...¿qué has hecho por la unión de mi cuerpo? ¿Has respetado y amado a los que creen en mí, aunque piensen distinto que tú?

¿Que le responderiamos?
Dios les bendiga